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15 de mayo

… Dejé caer, en un inesperado instante de silencio, que trabajaba en una oficina del crimen. ¡Ay trabajo!, exclamó. ¡Esa, ésa es toda la teología que subsiste! ¡No hay ya otro Dios que la Tarea, ni otro Tiempo que la Hora-Salario! Cuando veo esas cabezucas de aljófar prendidas a la infame cadena de la Producción; esas teticas de natilla sometidas al Progreso de la Muerte, me pregunto si no era mejor aquel otro Señor que al menos amenazaba con su Cólera y su Destrucción, que este novedoso oscurecido por el Beneficio y el Progreso, pues aquel no hacía promesas y los mozos y las mozas jodían al sol de la Primavera y bailaban sobre sus propias tumbas, porque también la Muerte sustentaba sus danzas, como una Madrastra, ¡pero ahora ya ni joden ni bailan, ocupados como están en construir el Paraíso, y ya no hay Muerte que valga que la tienen entre todos atada a los tubos y a los electrodos del Hospital hecho a imagen y semejanza de la Fábrica y el Cinematógrafo! ¡Pues qué, si el Estado es ahora el Paraíso! ¡Ahí los tienes, que siendo, como son, Lo Mismo, votan Lo Otro y siguen progresando, que en esto ya nadie detiene al Progreso, ni mirtos, ni tirsos, ni Troya, ni leches!

 

Félix de Azúa.  Diario de un hombre humillado.

Compactos Anagrama, 1987