Técnica y Maestres
Confieso pasión por la serigrafía, esta técnica de estampación tan dúctil que permite adentrarse en universos de tintas y soportes, para crear y editar en campos diversos como la ilustración, el diseño gráfico, el libro de artista o el arte textil.
En la producción de obra gráfica original, mimo cada estampa pero es en el proceso seriado, donde descubro los matices que hacen que cada una sea peculiar.
De mis referencias en serigrafía
Son casi todas del siglo XX, más allá de alguna lógica estilística o de tendencia actual. También me apasionan los grabados antiguos -tan aptos para reproducir- ya que lo que no es línea, es vacío, transparente o negro.
Influenciada por mi tío que era pintor y vivía en París, sentí fascinación por la psicodelia desde los 10 años porque cuando nos visitaba, me llevaba con él a exposiciones. Por ese entonces, en el Buenos Aires sixtie, Marta Minujín apadrinó a Andy Warhol en un happening del Instituto Di Tella ¡!
Gracias a la prensa que traía, supe del Mayo Francés. Me encantó esa gráfica, sin saber que esas imágenes se reproducían en carteles serigrafiados de un modo vertiginoso y asambleario, en la Escuela de Bellas Artes de París que ocupó el Atelier Populaire. Allí se imprimieron 500 carteles, unas 120.000 copias. ¡Eso sí que es furor serigráfico, honrado en varias ediciones del Xuño Galego!
De mis Maestras y Maestros
Walter Benjamin por repensar el concepto de obra de arte desde nuestra época de reproductibilidad técnica, que desacraliza. Su lectura es luminosa y así, no me asusta pensar que soy ‘creadora–simuladora–anuladora‘ de auras. Disfruto de las enseñanzas de Corita Kent (1918–1986) sus obras gráficas y su espíritu libertario y amoroso. Admiro los recortes de Jon Crane, que componía estampados florales a 30 tintas y ya me gustaría tener esa pericia con el bisturí.
Adoro como experimento el modo directo y las sugerentes estampas de Jane Sampson con lencería o pompones. Lo hemos experimentado con alumnas, sirviéndonos (a modo de fotolito) de plumas, hilos, blondas y hasta manos de silicona para henna, que trajo Nanda Cabaleiro de uno de sus viajes por oriente.
Me maravillan las serigrafías de Victor Vasarely, maestro del Op-art. Vi sus originales y planes de trabajo con separación de colores (bocetos a mano con 7 amarillos planos con sus numeritos) en la expo “The Absolute Eye”, en el museo Herakleidon de Atenas (que vincula arte y ciencias, en especial las matemáticas). ¡Tintas planas… Eppur si muove!
Además, se exponían las litografías de M.C. Escher y sus arquitecturas inconcebibles que te dejan pasmada.
Y en cuanto al tratamiento o enseñanza en el color, me atraen Carlos Cruz-Díez y Julio Le Parc, otro cinético, como artista y personaje.
Cuando preparo una paleta, prefiero el azul Patinir al Klein.
Con 29 años dedicada a esta técnica, sigo aprendiendo. De Ana Escalera (a través de Doméstika) aprendí los fundamentos del rapport que había pretendido varias veces, con suerte dispar.
Rescaté la Guidouille (espiral en la barriga del padre Ubú y emblema ‘Patafísico) de un libro maravilloso de la editorial Pepitas de Calabaza y la usé como prueba, en diferentes colores sobre una loneta o gasa pero hay que afinar…
Las labores, el trabajo, la obra (ó acción), al decir de Hannah Arendt, según la traducción o el contexto.
Estoy orgullosa de una solvencia técnica que me anima con cada propuesta, con cada artista que me confía la edición de su obra, con cada asistente a los cursos o encargo textil.
Por el puro placer de estampar, en solitario o en colectivo. De contribuir a la producción y difusión de obras y procesos creativos.
De experimentar con materiales, de enseñar aprendiendo, y de favorecer el intercambio de saberes técnicos.